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El local objeto de intervención se encuentra bajo los tendidos de la Plaza de toros de Granada, y cuenta con 10 metros de altura en su punto más alto.
Partimos del respeto por el local, un espacio conformado muy hecho, muy tectónico, un sitio acabado del que nos interesa especialmente su carácter sobrio y sincero, la austeridad de un espacio nacido de resultas de otro padre y principal. Además de su inherente interés histórico-cultural, así como constructivo y arquitectónico, estos locales bajo tendidos se muestran desprovistos de lo accesorio; textura, forma, estructura, son un único material, un espacio nada pretencioso, emocionante.
Una circunstancia peculiar del local y que lo condiciona es el hecho de que la mitad del mismo está ocupada en planta baja por los servicios generales de la plaza de toros, lo que se convierte en un punto de apoyo a la hora de resolver el proyecto, pues es un elemento frágil que se asume desde esa condición, y que a la postre
se utiliza como servicios del local, compartiendo su uso con el de la plaza.
Estas premisas y las necesidades de funcionamiento y utilización del espacio convergen en un proceso del que se desprende la formalización y configuración de éste. Dos piezas, dos objetos, que toman del local su carácter tectónico y su sobriedad, dos muebles que fluyen por el espacio o gravitan en el mismo. No pretendemos más que amueblar este espacio, para ponerlo en valor.
Una caja metálica, se erige como protagonista del espacio, un foco de tensión en el que se desarrolla la acción, una caja que se “pincha” en los pilares existentes volando sobre los servicios generales de la
plaza, asomándose hacia el interior y el exterior del local. “El barco dentro de la botella”, la caja asume su papel protagonista del espacio pero desde el respeto al mismo pues no llega a tocarlo, se
convierte en un objeto dentro del mismo, ingrávido, una caja iluminada desde el interior y cerrada al exterior, que levita en el centro del espacio; desde dentro vuelca el local a la calle y la calle a local, mientras que desde fuera se convierte en aglutinador de flujos.
Una “cinta” de hormigón que se va plegando a modo de una alfombra generando todos los cambios de nivel existentes en el local, este objeto fluye de un lado a otro del espacio salvando la preexistencia de los servicios para acabar plegándose, ante su encuentro con el contenedor original, generando así las escaleras. Es un elemento muy tectónico a la vez que flexible y dinámico, muy topográfico al posarse sobre lo existente, adaptándose a su forma. 
Constructivamente, la caja se resuelve con un entramado de vigas metálicas, perfiles HEB-180, los cuales se cruzan tangentes a las pilastras de fábrica, quedando estas totalmente exentas de la nueva estructura, las vigas se apoyan en cuatro perfiles L-120-15, empresillados que rodean las pilastras, formando un sistema de vigas en voladizo sobre y bajo el cual se sitúa una retícula de tubo de acero conformado, 70 x 50 x 3, que uniformiza esfuerzos y actúa de base para la colocación del vidrio hacia el interior de la caja y la chapa corten hacia el exterior. El otro elemento estructural y conformador del espacio es una lámina de hormigón armado de 13 cm de espesor que se pliega en su camino, salvando los distintos niveles que presenta el local, así conforma las dos escaleras en sus extremos volviéndose en un gesto de respeto hacia el contenedor original, mientras que el pliegue del centro salva y envuelve a la zona de servicios.
































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